8.8.13

Adiós, Princesa.

"2:03 AM. La barra de un bar de mala muerte, el humo del primer cigarrillo del segundo atado y un whisky nacional son mi compañía. Afuera, clima cálido. Adentro, la frialdad llega hasta los huesos. Las caras, los cuerpos abandonados a la suerte, los gestos lentos y lamentables se esparcen en las pocas mesas. Miércoles. No buen día para concurrencia. Excelente para los solitarios. ¿Quién sabe en qué pensará cada uno de los que asisten a esta velada del desengaño, del desamor, de la melancolía, la nostalgia, la muerte? Claro. El anonimato permite esos portes desganados, esas lágrimas contenidas. Si no fuese así, no estaría aquí yo tampoco. "Pandora". Así se llama este lugar. Es la gran jugada de la ironía; aquí vienen a encerrarse todos los males, mientras la esperanza anda libre por allí fuera. Pero la Gran Tragedia siempre llega. Está al acecho. Uno no la busca, pero la encuentra. No la noté antes, y estaba allí, a pocos pasos míos. Vestido rojo, cabello rubio, zapatos sin taco, labios al natural besando un cigarrillo importado. Ella no pertenece a este lugar. Sus ojos...esos cristales color verde, todavía tienen cierto brillo. No. No es tristeza, ni desesperanza, ni melancolía. ¿Por qué brillan así? Me llevo el cigarrillo a la boca, pero ya estaba consumido. ¿Cuánto tiempo me detuve a mirarla? Busco entre todas las demás caras algún gesto cómplice, alguna señal de que ella es real. Escucho voces, giro la cabeza. Está pidiendo algo. Es real. Señala hacia donde estoy. Un instante después, el mismo whisky nos acompaña. Levanta su vaso hacia mí, hace una mueca y bebe un sorbo. Preciosa. ¿Por qué esa chispa en sus ojos parece estar encendiendo algo en mí? Carajo. ¿Debo acercarme? ¿Debo invitar el próximo trago? ¿Debo? No...¿puedo hacer algo? ¿Por qué estás sola, preciosa? ¿A quién esperas? ¿Quién te espera? Dos sorbos y el vaso vuelve a estar totalmente transparente. Se levanta. Se va. Sus piernas se llevan la única señal de esperanza de este lugar. Otro cigarrillo. Otro trago. Me levanto. Me voy. Camino por la tenue luz de la calle. Los sonidos son vagos. El mundo normal duerme. Ningún alma a estas horas...ni siquiera la mía. Un sonido intenso y repetitivo parece adueñarse de la quietud. Los latidos de mi corazón se vuelven insoportables. Tardo un segundo en reaccionar. Es ella. Sola, solitaria, sonriendo frente a mí. ¿Qué puedo hacer? Me pide un cigarrillo. La pequeña llama ilumina su rostro. Ahí está ese brillo nuevamente. Sonríe. Me vuelve a regalar esa mueca. Me siento en deuda. El trago que antes no pude concretar parece buena idea. Acepta. Otro bar, otro sitio, el mismo frío. Ella está sola, bebe un desengaño. Arrastra consigo el peso muerto de ilusiones perdidas y sueños rotos. ¿Por qué ese brillo en los ojos, preciosa? ¿Será que aún tiene esperanza? De alguna manera, genera un sentimiento en mí. ¿Por qué siento que puedo encontrar en ella eso que me falta? ¿Por ese brillo, preciosa? En mi vida, la melancolía, la triste, la soledad, son reinas. Si...hay lugar para una princesa. Le regalo una mueca. 4:04 AM. El segundo atado se desvanece. Las copas se vuelven a tornar transparentes. Nos levantamos. Nos vamos. Caminamos. Ni un alma en la calle...solo la mía. Nos detenemos. Un sonido intenso y repetitivo. Tardo un segundo. Ella me está besando. Ya no hay lugar para mí en Pandora. Comienza a caminar...le doy pasos de ventaja. Esas piernas son la esperanza. Es ese brillo, preciosa. Mis piernas se disponen a seguirla. Me detengo. Un auto la espera. Ella mira hacia dentro y hace su mueca. Se sube. Lo besa. Me mira. Sonríe. ¿Por qué ese brillo en los ojos, preciosa? Que inocente fui. Ese es el brillo de la venganza.  


1 comentario:

  1. Marce Vagni8/8/13 22:51

    Me encanta que vuelva a escribir, y me encanta poder leerlo. Meterme en su mundo, un mundo fantástico. Donde puedo seguir la línea del relato sin saber a donde me lleva... pero disfrutando de las sensaciones que me provoca...

    ResponderEliminar